Lo cierto es que lo que mejor nos acerca al poeta es su propia obra, sus versos, los pocos versos que escribió en toda su vida, tan profundamente honestos, tan fieles a sí mismos y a sí mismo, esos versos que muestran desde su ficción la profunda complejidad de una de las personalidades intelectuales más interesantes de las letras españolas, la continua lucha contra sí mismo de este poeta que tal vez nunca supo ubicarse en el estrecho mundo de la España de posguerra.
A modo de ejemplo, dejamos aquí algunos de sus poemas.
JAIME GIL DE BIEDMA
No es mío, este tiempo.
Y aunque tan mío sea ese latir de pájaros
afuera en el jardín,
su profusión en hojas pequeñas, removiéndome
igual que intimaciones,
no dice ya lo mismo.
Me despierto
como quien oye una respiración
obscena. Es que amanece.
Amanece otro día en que no estaré invitado
ni a un momento feliz. Ni a un arrepentimiento
que, por no ser antiguo,
-ah, Seigneur, donnez-moi la force et le courage!-
invite de verdad a arrepentirme
con algún resto de sinceridad.
Ya nada temo más que mis cuidados.
De la vida me acuerdo, pero dónde está.
T´INTRODUIRE DANS MON HISTOIRE...
La vida a veces es tan breve
y tan completa que un minuto
-cuando me dejo y tú te dejas-
va más aprisa y dura mucho.
La vida a veces es más rica.
Y nos convida a los dos juntos
a su palacio, entre semana,
o los domingos a dar tumbos.
La vida entonces, ya se cuenta
por unidades de amor tuyo,
tan diminutas que se olvidan
en lo feliz, en lo confuso.
La vida a veces es tan poco
y tan tensa -si es tu gusto...
Hasta el dolor que tú me haces
da otro sentido al ser del mundo.
La vida, luego, ya es nosotros
hasta el extremo más inmundo.
Porque quererse es un castigo
y es un abismo vivir juntos.